25/2/13

Luces y sombras del clásico francés

París-Marsella. Las dos ciudades más pobladas del país. El norte contra el sur. La capital contra la ciudad de provincias. Dos ciudades enfrentadas, pero que comparten el multiculturalismo como una de sus principales características. De hecho, Marsella puede presumir de haber sido recientemente nombrada capital cultural europea de 2013. Una rivalidad que también recoge el fútbol en las últimas décadas. Podría calificarse de rivalidad reciente, aunque no por ello poco intensa, que algunos acusan de haber sido creada por Canal + -tras adquirir la propiedad del club parisino, a principios de los 90- con el objetivo de aumentar la audiencia de la liga. Una teoría consistente, pues en el aspecto deportivo la balanza está algo desequilibrada. Frente a los nueve títulos ligueros del Olympique de Marsella, el PSG sólo acumula dos, y la última data de hace casi veinte años, en la temporada 93-94. En el apartado copero, la cosa está más igualada: diez Copas de Francia para el OM por ocho del PSG, tres Copas de la Liga para ambos y tres títulos de supercampeón francés para los marselleses, uno más que los parisinos. A nivel continental, son los dos únicos equipos franceses que han levantado un título. El Olympique de Marsella se proclamó campeón de la Liga de Campeones en 1993, frente al todopoderoso AC Milan, título al que suma dos Copas Intertoto. El PSG, por su parte, luce en sus vitrinas una Recopa de Europa y también una Intertoto.


La aparición en escena del capital catarí en París y su consiguiente llegada de varios jugadores de renombre parece haberle dado al equipo capitalino la etiqueta de grande europeo, etiqueta que algunos se niegan a darle por su relativamente reciente aparición en escena, tras refundarse en 1970. Rivalidad moderna o rivalidad negocio, lo cierto es que los aficionados de ambos conjuntos la toman muy en serio. Aficiones de sobra conocidas en nuestro país, por los tristes incidentes protagonizados en sus últimas visitas: ultras del OM en el Vicente Calderón, radicales del PSG en Bilbao y, la más reciente, la de los parisinos a Valencia, con motivo del encuentro de ida de los octavos de final de la Champions League. Todas ellas acabaron con algún herido -aficionado rival o policía- y varios radicales detenidos.

Como es de esperar, los enfrentamientos entre aficiones de estos dos equipos son más frecuentes de lo que a las autoridades les gustaría. Sin embargo, cabe destacar que en uno de los últimos enfrentamientos entre PSG y Olympique de Marsella, hace tres años, un aficionado del PSG perdió la vida- y, por si eso fuera poco chocante, aquí viene otro dato llamativo- tras ser apaleado por ultras de su propio equipo. Las gradas del Parque de los Príncipes son un fiel reflejo de las dos realidades presentes en las calles de la multirracial París y eso ha dado lugar a la división de sus aficionados más violentos en dos facciones: la de los parisinos a priori más acomodados, cercanos a la ultraderecha, y la de los numerosos inmigrantes de la capital y aquellos más próximos a la extrema izquierda.

Tifo de los aficionados del OM que reza: Paris on t'encule

Por su parte, los grupos radicales del OM comparten composición -muchos inmigrantes- e ideología con este último sector del PSG, aspecto que ha dado lugar a los numerosos enfrentamientos entre aficiones en los últimos años, lo que ha desembocado en la prohibición de traslado de la afición visitante al campo rival en alguno de estos choques y ha obligado disputar a puerta cerrada varios encuentros de estos dos equipos. 




Además de la violencia de sus grupos más radicales, ambos conjuntos comparten otro aspecto, puesto de manifiesto en este último mes: la sospecha en sus despachos. El Olympique de Marsella ya estuvo inmerso en un escándalo de amaño de partidos y sobornos durante la época más dorada del club -a principios de los años 90- cuando conquistaron cinco títulos de Ligue 1 consecutivos y se proclamaron campeones de Europa. Jean-Jacques Eydelie, uno de los jugadores de aquel OM campeón, llegó incluso a hablar de un continuo dopaje en el equipo. Un nuevo escándalo ha salpicado al conjunto marsellés en los últimos días debido a posibles irregularidades en los traspasos de André-Pierre Gignac, comprado al Toulouse, y Samir Nasri, vendido al Arsenal, en los que alguna mafia local podría haber tenido influencia.

Mientras, el nombre del PSG ha sido noticia en el último mes por su relación con el proceso conocido como 'Qatargate'. France Football sacaba a la luz en enero el posible amaño de la UEFA, orquestado por Michael Platini, para que Qatar acogiera el mundial de 2022. Obviamente, los esfuerzos del presidente de la UEFA no eran en balde. Su objetivo era la entrada de dinero catarí en Francia, con la intención de rescatar al PSG y debilitar a la potencia mediática Canal +, un medio muy crítico con Sarkozy, el expresidente francés, al que también se relaciona con la trama. Para ello, el grupo Qatar Investment Authority -Fondo Soberano de Inversión de Qatar- pasa a ser en 2012 el único accionista del club capitalino, salvándolo de la bancarrota y convirtiéndolo en equipo referencia en el país. Por otro lado, Al Jazeera -cadena creada por el gobierno catarí-  ha comprado los derechos de televisión de la Ligue 1 esta temporada, arrebatándoselos a Canal + en ese intento de frenar el poder de dicha compañía.

Sombras en los despachos, luces en el campo

Pero, por fortuna, al fútbol no se juega ni en los despachos ni en las gradas. Y en el césped el partido no defraudó. Por primera vez después de varios años ambos conjuntos llegaban a Le Classique metidos de lleno en la lucha por el campeonato. Antes del pitido inicial, cinco puntos separaban a PSG y OM, con el Olympique de Lyon empatado a puntos con los parisinos gracias a su victoria frente al Lorient unas horas antes. Por tanto, pese a que restan doce jornadas para finalizar la temporada, los ocho puntos a los que el OM queda de la primera plaza tras la derrota de ayer parecen descartar al conjunto de Elie Baup de la pugna por el título. Salvo un despiste excesivo de los de Ancelotti en caso de seguir vivos en Champions League, se antoja complicado que el Paris Saint-Germain pierda demasiados puntos de aquí a final de temporada.

Sin embargo, el marcador no refleja la realidad que se vivió en el terreno de juego. El Olympique de Marsella fue superior en muchos tramos del partido y sus jugadores provocaron que Sirigu hiciera honor a su nombre (Salvatore), con varias intervenciones de mérito a lo largo del encuentro. Con Ibrahimovic algo desaparecido, Lucas Moura y Lavezzi fueron los hombres que más peligro generaron en el cuadro local. Con sus rápidas conducciones, bien en ataque estático o en vertiginosas transiciones lanzadas por Verratti y Pastore, ambos jugadores pusieron en apuros a un Marsella muy volcado ofensivamente tras el tempranero 1-0. Destacar por parte de los marselleses la, como siempre, excelsa actuación de Mathieu Valbuena, ese jugador tan pequeño en tamaño como enorme en aportación. Recibiendo a espaldas de los centrocampistas parisiens y creando continuas superioridades en ambos perfiles del ataque del OM, su trabajo fue crucial para generar las numerosas ocasiones de las que dispuso su equipo.

Se descuelga el OM de esa lucha por la Ligue 1, pero no puede descuidarse, pues tendrá que luchar contra Niza y Saint-Éttiene por esa tercera plaza que da acceso a la máxima competición continental. El PSG da un paso importante en esa batalla por el liderato que a partir de ahora librará en exclusividad con el Lyon si todo sigue el camino esperado. A pesar del ruido proveniente de los despachos que precedió al encuentro, esta vez en Le Classique sólo se habló de fútbol.