11/3/13

Déjà vu en el Camp Nou

Déjà vu: experiencia de sentir que se ha sido testigo o se ha experimentado previamente una situación nueva. Adam Goldberg, en el papel de Alexander Denny en la película dirigida por Tony Scott, habla de ello como esa sensación de estar viendo algo en vivo pero en el pasado. Sensación que, seguramente, más de uno experimente en esta noche de fútbol en el Camp Nou. José Mourinho y Roberto Di Matteo tienen gran parte de culpa en ello.

Inter de Milán, Chelsea y Real Madrid tienen algo en común, más allá de que los tres han sido dirigidos por Mourinho. Desde que Guardiola asumiera el cargo de entrenador del primer equipo del F.C. Barcelona, en el verano de 2008, estos tres conjuntos han sido, junto al Sevilla, los únicos equipos capaces de eliminar al todopoderoso Barça en eliminatorias a doble partido. Por si esto fuera poco, los tres lo hicieron jugando el partido de vuelta en el Camp Nou.. Primero fue el Inter de Mou, en las semifinales de la Champions League 2009-2010, en aquel famoso partido de los aspersores. Los italianos obtuvieron en la ida el resultado más favorable de estos tres casos mencionados. En un encuentro más abierto que el resto, el Inter remontó el gol inicial de Pedro para acabar superando al Pep Team por 3-1, obligando a los culés a hacer mínimo dos goles en la vuelta, algo que no sucedió. De nuevo Mou logró la hazaña, en el más reciente de los tres casos, esta vez al mando del Real Madrid en las semis de la Copa del Rey. El resultado en la ida no fue favorable (1-1), por lo que los blancos no pudieron renunciar por completo al ataque como en su día hicieron Inter y Chelsea y salieron al campo con una intención clara: robar el balón lo más cerca posible de la portería rival y acabar la jugada rápidamente. El Real Madrid no basó su juego simplemente en el repliegue defensivo y a la ya clásica fórmula anti-Barça basada en la defensa por acumulación de hombres le añadió una fuerte y bien armada presión que más de una desgracia le costó a los blaugrana:


Roberto Di Matteo también sabe lo que es llegar a una final continental a costa del Barcelona y celebrarlo  en territorio culé. Tras el denominado por el propio Mourinho "escándalo de Stamford Bridge", Barcelona y Chelsea volvían a verse las caras en unas semis de Champions League, esta vez con distinto resultado. Al igual que el Inter, el conjunto inglés obtuvo un resultado positivo en la ida (1-0) y Di Matteo no dudó en plantar el autobús en el Camp Nou. Los londinenses sabían que en el Camp Nou 90 minuti también son molto longo y más aún si a Terry le da por autoexpulsarse en el minuto 40. Sin embargo, el Barcelona no supo aprovechar las numerosas ocasiones de las que dispuso -penalti incluido- y, esta vez sin aspersores, los aficionados culés vieron festejar a otro equipo el pase a la final. Casualidad o no, tanto Inter como Chelsea lograron finalmente levantar la orejuda y ambos lo hicieron frente al Bayern de Múnich -equipo que dirigirá Guardiola a partir de la temporada que viene-. 

Para estas hazañas, Mourinho y Di Matteo optaron por un sistema que parece que se le ha atragantado al Barcelona, ya sea con Guardiola, Vilanova o Roura al frente. Con la defensa replegada a distintas alturas     -más arriba la del Real Madrid que la del Chelsea- ambos conjuntos dispusieron de dos líneas muy juntas, formadas por cuatro defensas y cinco centrocampistas, que apenas permitían a los atacantes culés recibir en zonas de peligro. A esta estructura se suma la defensa por simple acumulación que nos ha dejado imágenes como las de la segunda captura.


Acumulación de jugadores en defensa


En lo que respecta al tema de las bandas, se ha comentado mucho que los rivales del Barcelona ceden por completo los carriles exteriores ante la tendencia de los culés de jugar por el centro, exceptuando las llegadas de sus laterales. Sin embargo, analizando las fases defensivas de estos rivales se observa con facilidad que esta creencia es errónea. Es cierto que los laterales tratan de abandonar su posición lo menos posible, pero ello no quiere decir que las bandas queden libres. Ya se habló en su día de la labor de Eto'o como lateral derecho en la vuelta del Barcelona-Inter de Milán y su trabajo no pasó desapercibido a los ojos de otros entrenadores, pues tanto Di Matteo como Allegri han repetido la fórmula. Jordi Alba ha sido uno de los fichajes más rentables del Barcelona últimamente, pero su profundidad en ataque se paga cara. Tener dos laterales tan ofensivos como son él y Alves hace que los centrales blaugranas queden muy desprotegidos, algo que se apreció a la perfección en el partido frente al Real Madrid, en el que Piqué y Puyol se midieron en 1x1 contra los atacantes blancos en numerosas ocasiones. 

Pandev y Eto'o (Inter), Ramires y Drogba (Chelsea) y Di María han realizado
 esas labores de doble lateral, cubriendo las incorporaciones de los
laterales del Barcelona replegando hasta zonas muy retrasadas. 

Ahora es el turno del AC Milan; Allegri entra en acción.  Los rossoneri están viviendo un año raro. Las ventas en verano de Ibrahimovic, Thiago Silva y Cassano -a las que se une la de Pato en invierno- generaron un clima de pesimismo en el entorno rossonero, en el que se hablaba de éste como año de transición. Sin embargo, pocos meses después, la euforia está presente en Milanello. A la ilusionante llegada del díscolo Balotelli y las buenas sensaciones en Serie A -se han instalado en la tercera plaza tras sumar 24 de los últimos 30 puntos en juego- hay que sumar esa victoria por 2-0 frente al F.C. Barcelona. En dicho encuentro, Massimiliano Allegri decidió seguir los pasos marcados por los otros dos entrenadores mencionados unas líneas más arriba, como muestran estas imágenes:

Defensa en dos líneas: 4-5 // Defensa por acumulación
Boateng y El Shaarawy actuando como laterales.
No está atravesando un buen momento el Barcelona y son muchos los que achacan las últimas derrotas a la ausencia de Tito Vilanova. Es curioso, pues cuando el equipo ganaba nadie hablaba de ello. Será normal, supongo. Lo que no sería normal es que este equipo cayese en octavos de final frente a este Milan en una eliminatoria en la que, para muchos, la duda estaba en cuántos le caerían a los italianos. Pese a tener la liga en el bolsillo, quedar apeados de la máxima competición continental a estas alturas sería un fracaso mayúsculo. La exigencia será máxima, pero se cuenta con un punto a favor: se conoce el contexto. El déjà vu planea sobre Barcelona. ¿Durará sólo los 90 minutos de juego o se extenderá también a una  hipotética celebración de los italianos? El Camp Nou dictará sentencia.